Hola a todos y a todas. Ya estoy de vuelta de Alemania, aunque todavía mi mente se quedó en Berlín...
Bueno pues aquí les inserto otro trozo de la novela...a ver que les parece...
...Mientras, en Londres, Nacho se había terminado su café y decidió cambiar de escenario. Tomó el metro y se acercó a Hyde Park, “si tuviéramos parques así de grandes en Las Palmas, otro gallo nos cantaría. Impresionante.” Bordeó el lago que simulaba a una culebra, por eso su nombre, The Serpertine. Por el camino, observó a parejas sentadas en los bancos y cogidos de la mano, besándose y seguramente prometiéndose amor eterno. “¡Qué lejos de la realidad!” —pensó, “eso sólo pasa en los cuentos de hadas”.
Siguió con la mirada a todas las personas y a esa hora de la tarde el parque estaba repleto de deportistas haciendo footing, o de ciclistas paseando. Precisamente, una casi lo tira al suelo. Nacho tuvo que pararse en seco porque si no aquella muchacha despistada se lo lleva por delante. “Sorry” —se disculpó la inglesa. Él le contestó en un inglés aceptable. Dominaba algo el idioma, además había tenido la oportunidad de practicarlo en otras ocasiones que había visitado la ciudad “Don`t worry. I`m fine. Thanks”. Pero la muchacha sí se preocupó y se le acercó. Era bonita, rubia, de ojos grandes y expresivos, una mirada limpia.
—Sorry. I`m very stupid. I didn’t see you. Can I help you?
Nacho se quedó boquiabierto. “¡Cómo iba a ser estúpida si no me vio, ni yo tampoco. El tonto soy yo. Bendita estupidez la mía y claro que me podía ayudar” —pensó para sí.
—Yes, I need a coffee. Ok? —le dijo el abogado, intentando coquetear con la guapa rubia.
La inglesa debió darse cuenta de que él era español porque su limitado dominio del idioma inglés lo delató.
—¿Eres español? —preguntó la inglesa en castellano para sorpresa de Nacho.
—Sí —contestó él.
—Si no te importa hablaremos en tu idioma, ya que parece ser, podremos entendernos mejor. Aquí cerca está la cafetería Lido, podemos tomarnos ese café.
A Nacho ni se le pasó por la cabeza rechazar una oferta tan tentadora. Además, la proposición la provocó él.
Buscaron una mesa y se sentaron. Él la observaba embobado. La inglesa era preciosa. Sus instintos de macho le vinieron. “No, Nacho, sólo un café y una buena conversación” —le dijo la voz del angelito bueno desde su interior. “De acuerdo” —dijo él en voz alta. La desconocida, al oírlo, le preguntó muy sorprendida.
—¿Cómo dices?
Él, al verse descubierto, contestó que estaba de acuerdo con sentarse en aquella mesa.
Mientras el camarero traía los cafés, se dedicó a observarla sin despertar muchas sospechas.
—Así que hablas español y además lo dominas muy bien.
—Gracias y sí, estuve trabajando en Madrid en la embajada de mi país. Allí lo aprendí.
—¿Eres diplomática?
—No, abogada.
—Menuda coincidencia —dijo él.
—No me dirás que tú también lo eres —insinuó ella.
—Sí, soy abogado, o mejor dicho, picapleitos…ja, ja
—Nunca me gustó esa palabra —señaló la inglesa—. La verdad es que los españoles son muy especiales. Es fea, es… ¿cómo se dice?...
—¡Horrible! —señaló Nacho.
—Eso, horrible, “picapleitos” es una palabra horrible.
—Y dime ¿cómo te llamas? —preguntó él.
—Melody, ¿y tú?
—Nacho —respondió él.
—¿Nacho?
—Sí, de Ignacio.
—Tienes un nombre bonito. Te llamaré Ignacio. ¿Te importa?
—No, llámame como tú quieras…Y hablando de otra cosa, ¿vienes todos los días a pedalear?
—Ojalá pudiera pero no. Sólo me tomé dos semanas. El ajetreo del trabajo no me deja tiempo para hacer ejercicio. Hace un tiempo que retorné de Madrid para vivir en Londres y dentro de unos días salgo de viaje a Canadá.
—¡A Canadá! ¿De vacaciones?
—Sí. Allí se encuentra mi novio y nos reuniremos el sábado. Pero mientras tanto, tengo unos días libres que, si te apetece, puedo hacer de guía turística.
Nacho la miró. Su ofrecimiento le gustó y pensó ¿por qué, no? Podemos ser buenos amigos. ¿O es que acaso sólo existen amigos del mismo sexo?
—Me encantaría. Mañana tenía previsto ir a…
Melody lo cortó —déjame que te sorprenda, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —respondió él....
Un abrazo,
Elena
domingo, 31 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
TROZO DE LA NOVELA "EXPEJOS"
Hola a mis amigos y amigas cómplices que se asomen a este espacio creado para los que estamos en un mundo imaginario.
Les voy a dejar una pincelada de la recién terminada novela. Espero que les guste.
Les voy a dejar una pincelada de la recién terminada novela. Espero que les guste.
"El resto de la mañana transcurría sin contratiempo hasta que, a eso de las doce, entró en el bufete un caballero vestido de traje chaqueta. Venía acompañado de dos hombres muy altos y de complexión fuerte. El enigmático caballero se dirigió a Olga y le preguntó por D. Ignacio Blázquez. Ella le indicó que su jefe no se encontraba. Pero Olga, como siempre muy resolutiva, desvió la visita a Victoria. La Fernández salió de su despacho al encuentro del misterioso señor. Cuando lo vio se quedó prendada de él. Era un hombre envidiablemente guapo. Alto, pelo castaño claro, salpicado de canas, su piel lucía un ligero bronceado, lo que lo hacía más atractivo en aquellos cuarenta y tantos años. Lo hizo pasar a su despacho y sus guardaespaldas les siguieron. Sentados ya uno delante del otro, la abogada comprobó el suave color cálido de sus ojos. Eran verdes como a ella le gustaban. Se rompió el silencio con una invitación por parte de Victoria a un café, al que el apuesto hombre accedió.
—Y, ¿en qué puedo ayudarlo? —preguntó la letrada.
—Pues verá, yo con quien quiero hablar es con don Ignacio Blázquez. Un amigo mío me lo recomendó. Tengo un asunto entre manos que resolver…
—Perdone que le interrumpa pero mi colega no se encuentra ahora en el bufete. Si me lo permite, puedo yo atenderle —dijo ella muy amablemente.
—Perfecto, será un placer —dijo el desconocido.
Victoria comprobó que tenía acento extranjero. Quizás inglés, quizás americano, ya que el castellano no lo hablaba muy fluido. El sonido de la erre se le confundía con el de la g.
—Primeramente me presentaré —prosiguió el extranjero—. Me llamo Steven Mason y vivo en el sur de la isla, concretamente en Maspalomas. Soy empresario, viajo mucho y me encanta vivir aquí en Gran Canaria. Mi residencia la tengo ubicada en el Hotel Costa Meloneras. Pero, mire señora, me ha surgido un problema…
Ella lo escuchaba muy atentamente, tomaba notas de todo lo que el caballero le indicaba.
—Y, como le iba diciendo, tengo un tema que resolver. Por eso necesito un abogado…
Steven sacó de su chaqueta una vista y se la dio a la abogada. Victoria la leyó. Sus ojos se asombraron. Según decía aquella citación, la persona que tenía sentada, al otro lado de su mesa, estaba acusada de “trata de blancas”. Una fecha aparecía señalada: 23 de septiembre. En ese día don Steven Mason tendría que personarse ante el Juzgado de Instrucción en el Partido Judicial de San Bartolomé de Tirajana, para contestar a unas preguntas que le formulará el Juez Instructor. El extranjero interrumpió.
—Por esta razón, señora letrada, me gustaría contratar al bufete para que me indicaran cómo hacer frente a esa comparecencia.
—Señor Steven, no se preocupe, hablaré con mi colega y le diremos algo al respecto. Déjeme un teléfono de contacto donde se le pueda localizar.
Cuando el extranjero se marchó, Victoria otra vez pensó en que no podía ser cierto. Seguro que se trataba de un error. “¡Qué va! Un hombre tan educado, con prestancia y tremendamente apuesto, era impensable que fuera un proxeneta”.
—Y, ¿en qué puedo ayudarlo? —preguntó la letrada.
—Pues verá, yo con quien quiero hablar es con don Ignacio Blázquez. Un amigo mío me lo recomendó. Tengo un asunto entre manos que resolver…
—Perdone que le interrumpa pero mi colega no se encuentra ahora en el bufete. Si me lo permite, puedo yo atenderle —dijo ella muy amablemente.
—Perfecto, será un placer —dijo el desconocido.
Victoria comprobó que tenía acento extranjero. Quizás inglés, quizás americano, ya que el castellano no lo hablaba muy fluido. El sonido de la erre se le confundía con el de la g.
—Primeramente me presentaré —prosiguió el extranjero—. Me llamo Steven Mason y vivo en el sur de la isla, concretamente en Maspalomas. Soy empresario, viajo mucho y me encanta vivir aquí en Gran Canaria. Mi residencia la tengo ubicada en el Hotel Costa Meloneras. Pero, mire señora, me ha surgido un problema…
Ella lo escuchaba muy atentamente, tomaba notas de todo lo que el caballero le indicaba.
—Y, como le iba diciendo, tengo un tema que resolver. Por eso necesito un abogado…
Steven sacó de su chaqueta una vista y se la dio a la abogada. Victoria la leyó. Sus ojos se asombraron. Según decía aquella citación, la persona que tenía sentada, al otro lado de su mesa, estaba acusada de “trata de blancas”. Una fecha aparecía señalada: 23 de septiembre. En ese día don Steven Mason tendría que personarse ante el Juzgado de Instrucción en el Partido Judicial de San Bartolomé de Tirajana, para contestar a unas preguntas que le formulará el Juez Instructor. El extranjero interrumpió.
—Por esta razón, señora letrada, me gustaría contratar al bufete para que me indicaran cómo hacer frente a esa comparecencia.
—Señor Steven, no se preocupe, hablaré con mi colega y le diremos algo al respecto. Déjeme un teléfono de contacto donde se le pueda localizar.
Cuando el extranjero se marchó, Victoria otra vez pensó en que no podía ser cierto. Seguro que se trataba de un error. “¡Qué va! Un hombre tan educado, con prestancia y tremendamente apuesto, era impensable que fuera un proxeneta”.
Un abrazo,
Elena
LEER ES MORTAL
CLUB DE LECTURA "ROSALÍA DE CASTRO"
El próximo 3 de junio será la cita con el escritor Carlos Jarabo en la sede social de La Casa de Galicia, la hora las 19.00 horas. El libro que se comentará: LA SUBVENCIÓN.
Sinopsis:
Don Leandro está esperando a ser juzgado en breve por actos abominables y perversos cometidos en la década de los 80.
En el presente relato asistimos a cómo una persona honrada puede verse arrojada al abismo con la colaboración e indiferencia de las instituciones del Estado y la oscura mentalidad nacional.
Aunque él se haya declarado culpable, el veredicto depende en gran medida de usted.
Autor: Carlos José Jarabo Rivera
http://www.carlosjarabo.es/
Don Leandro está esperando a ser juzgado en breve por actos abominables y perversos cometidos en la década de los 80.
En el presente relato asistimos a cómo una persona honrada puede verse arrojada al abismo con la colaboración e indiferencia de las instituciones del Estado y la oscura mentalidad nacional.
Aunque él se haya declarado culpable, el veredicto depende en gran medida de usted.
Autor: Carlos José Jarabo Rivera
http://www.carlosjarabo.es/
Será una velada inolvidable. Espero contar con la presencia de todos.
Un abrazo
Elena
Suscribirse a:
Entradas (Atom)