sábado, 26 de diciembre de 2009

UN PEQUEÑO REGALO

Como estamos en fiestas, aquí les inserto un trozo de la novela que estoy escribiendo. No es el principio y ocurre íntegramente en Alemania...

...
Terminamos de desayunar y nos desplazamos hasta el edificio dónde se ubicaba el anatómico forense y también dónde había quedado con Manfred, el joven inspector de policía de la Comisaría en Colonia. En ese preciso momento, recibí la llamada de Jörg y le dije que íbamos de camino al anatómico, “Bien, verte allí”.

Prácticamente los tres llegamos al mismo tiempo al edificio sombrío. Alejandro y Jörg se saludaron cordialmente. El colega berlinés le ofreció toda la ayuda que necesitara. Ese gesto me gustó porque siempre es reconfortante, cuando estás en un país extranjero, poder contar con apoyo incondicional.

Entramos y ya nos estaba esperando el joven inspector. En el idioma alemán estuvieron hablando y saqué la conclusión de que Alejandro debía ver el cuerpo de la desafortunada joven para verificar si realmente se trataba de Sofía.

Los acompañé hasta la sala. Era grande y fría. O quizás como se trataba del depósito de cadáveres aparecidos en circunstancias extrañas, el aire que se respiraba estaba enrarecido. Allí nos esperaba el médico forense. Y por un momento me acordé de mi amigo el forense canario, Pepe Santana.

Cogí de la mano a Alejandro para que sintiera el calor de mi amistad cuando tuvimos que ir hasta dónde, supuestamente, estaba el cadáver de la joven. El médico abrió la nevera y sacó la bandeja que portaba el cuerpo, debidamente tapado con una sábana blanca. En ese momento, el juez me apretó la mano con fuerza y entonces de golpe, la soltó. Movió la cabeza indicando que no se trataba de su sobrina. Jörg, que se encontraba a su lado, preguntó nuevamente a Alejandro si estaba seguro de que no era ella. Y el juez le confirmó que no.

Miré al cuerpo de la pobre muchacha. Era muy joven y bonita. Aunque su rostro reflejaba dolor. Las cuencas de sus ojos aparecían rellenas de algodón y en el tórax pude apreciar un gran corte, entre ambas mamas, que iba desde la base de la garganta hasta el ombligo.

Salimos de la sala, Alejandro, Jörg, el joven policía y yo. Le pregunté al colega berlinés de qué había muerto la muchacha.
—Casandra, ser víctima de tráfico órganos —me dijo Jörg.
—¿Víctima de tráfico de órganos? —pregunté asombrada— no entiendo.
—Casandra —me dijo el juez— lo que Jörg quiere decir es que a la joven le han sustraído sus órganos vitales para el tráfico. Por lo visto llevaba desaparecida una semana, era extranjera, para más señas rumana.
—¿Rumana? ¿Y qué tenía en común la infortunada joven con tu sobrina?
—Bueno, físicamente se parecen porque las dos son rubias. Además, cómo tú bien sabes, es deber de la policía descartar esa posibilidad —dijo Alejandro.

Pensé por unos breves segundos. Vi al joven policía hablar con Jörg y me acordé que el tema de las ponencias que impartió el colega berlinés en el Congreso, eran del tráfico de órganos.

—Alejandro, ¿Y qué órganos vitales le han sustraído?
—Pues además de los ojos, el corazón, los riñones y el hígado.

Me estremecí. Y pensé que esos órganos salvarían la vida, por lo menos de cuatro personas. Que pagarían por ellos cantidades desorbitadas, que estarían muy bien cotizados en el mercado negro. Además, la víctima era la perfecta e ideal: una joven sana y extranjera, que seguro nadie la echaría de menos.

Cuando hubo terminado de hablar con el agente de policía, Jörg se nos acercó. Lo encontré preocupado y le pregunté lo que él pensaba sobre el tema.

—¿Qué piensas de todo esto Jörg?
—Yo ser cauto, Casandra. Pero chica rumana ser mala suerte.

Eché una sutil sonrisa porque el colega alemán, aunque hacía lo imposible por hablar correctamente el castellano, tenía sus fallos.

—Lo sé Jörg y espero que a Sofía no le pase eso. Además, sólo de pensar en el negocio sucio del tráfico de órganos, me enfermo.

El alemán después de un breve espacio de tiempo, para traducir sobre la marcha lo que le había dicho, me dijo.

—Tú estar tranquila. Yo hablar con policía y decir que cuando saber algo, decirlo.
.....


Un abrazo y espero que les guste...

2 comentarios:

Moisés Morán dijo...

Siempre es un buen regalo contar con estos adelantos tan sugestivos y que siempre nos dejan con la miel en la boca. ¿O con la sangre?. Besos

Elena Villares Castellano dijo...

Gracias Moisés, siempre incondicional. Ahí andamos escribiéndola a ratos cuando no tengo que estudiar. Pero me tiene totalmente subyugada.

Besos